miércoles, 23 de junio de 2010

Algo que contar

Hasta hace cinco o seis años, yo era una de esas personas que jamás había escrito una palabra ni había leido un libro de más de cien páginas por propia voluntad, quizás porque me resultaba una tarea un tanto tediosa o que simplemente, no había encontrado el libro adecuado.
Sinceramente, recuerdo con una extraña repulsión aquellas tardes de verano en las que mi madre me obligaba a permanecer dos horas frente a un libro intentando que yo cogiese aquel hábito que, en boca de todos era beneficioso y mejoraba el vocabulario. Yo, por aquel entonces, simulaba leer mirando durante interminables minutos las líneas de palabras que a veces, incomprensibles, hacían descender mis párpados hasta quedarme dormida.

En aquellos años, algunos compañeros de mi clase se presentaban a concursos de literatura y de cuentos infantiles y, no dudemos que obtenían regalos por ellos, pero ¿cómo podía interesarme todo aquello si el premio eran lotes de libros? Ciertamente, un niño no llega a comprender este tipo de cosas...

Pensándolo bien, y ahora desde una perspectiva más adulta, mi problema fue el no encontrar un libro verdaderamente absorvente, que me obligase a permanecer horas y horas leyéndolo y disfrutando de cada línea. Para mí, aquellos libros como EL PIRATA GARRAPATA EN LA INDIA o LA VUELTA AL MUNDO DE LA HORMIGA MIGA carecían de interés. Pero también hay que aclarar que mi escaso entusiasmo por la lectura fuese porque lo hacía por obligación y no por gusto. Aún así, años después de esas tardes de verano y de aquellos libros para mayores de 10 años, he conseguido leerme muchísimos libros, y pueden corroborarlo ellos mismos ya que llevan mi firma. Han sido libros de más de cien páginas por supuesto, algunos, de cerca de mil pero, en ocasiones se me han hecho muy cortos, tanto, que los he vuelto a leer.

Ahora que ya han pasado esos años, y que mi afición por los libros algunas veces llega a alcanzar la cinco de la mañana, lo único que desearía es poder escribir uno de esos libros que han llegado a enamorarme y que puedan hacerlo con otras personas, relatando verdaderas historias.

Sé, sin lugar a dudas, que es un trabajo dificil y sacrificado porque jamás se llega a aprender del todo y que algunas veces, no llegan a publicarse algunas de las novelas que después de un tiempo se convierten en obras maestras como le sucedió a Jane Austen. Pero yo no quiero ser una escritora, yo quiero simplemente, escribir libros que lleguen a la gente y les enamoren.